Cada vez somos más conscientes de que los recursos energéticos son tan hermosos como finitos. Una razón que ha motivado al ser humano a investigar y desarrollar nuevas herramientas, como las cámaras termográficas o cámaras infrarrojas. Un dispositivo que, en sectores como el de la construcción, hace visibles los problemas de aislamiento que no son captados a simple vista pero tienen un gran impacto en el medio ambiente.
De esta forma, en los últimos años, los equipos de termografía han dejado de ser un producto que sólo aparecía en films de Hollywood o en noticias sobre conflictos bélicos, a ser empleados en otros ámbitos para tomar medidas correctoras en pro de la sostenibilidad, la seguridad y, sobre todo, del ahorro energético.
Una cámara termográfica o cámara infrarroja es un dispositivo que, a partir de las emisiones de calor medio del espectro electromagnético de los cuerpos detectados muestra imágenes luminosas a través de una pantalla.
Las imágenes visualizadas en este tipo de cámaras pueden ser: monocromáticas, se utiliza un sólo tipo de sensor que percibe una particular longitud de onda infrarroja, por lo que las áreas más calientes aparecen en blanco, las menos en negro y en gris las intermedias; o policromáticas, suelen ser cámaras exclusivas para medir temperaturas y procesan las imágenes para que se muestren coloreadas arbitrariamente, ya que son más fáciles de interpretar para el ojo humano.
Todos los cuerpos emiten radiación calorífica, en forma infrarroja, en función de su temperatura. Y normalmente, cuanto mayor es la temperatura de un objeto, mayor es la radiación infrarroja que emite. Para captarla, estos productos disponen de un sensor térmico, llamado “microbolómetro”, que al recibir la radiación infrarroja se calienta y cambia su resistencia eléctrica. Trabajan en un rango conocido como “infrarrojo térmico”, donde se encuentran las temperaturas más habituales en la superficie terrestre, entre las 8 y las 14 micras, (aproximadamente, desde los -20 hasta los 350 ºC). Este cambio de resistencia se mide y se equipara a una temperatura y a cada temperatura se le asigna un color, para que el software del aparato acabe formando una imagen con resolución visible en pantalla.
El empleo de la imagen térmica en la construcción sirve para concretar, con gran precisión, dónde deben focalizarse todos los esfuerzos de ahorro energético de un edificio. Su detección, rápida y fácil, de pérdidas de energía, fugas de calor, humedades, aislamientos deficientes o la distribución de temperaturas en sistemas de calefacción permite hacer un diagnóstico adecuado. Otras aplicaciones: