Sin duda, la sede del Instituto del Patrimonio Cultural de España destaca, a primera vista, por su singular diseño, conocido popularmente como la «Corona de Espinas», pero su historia tampoco deja indiferente a nadie: este edificio realizó una larga travesía, que le condujo al abandono durante 16 años y le cambió de uso hasta en 13 ocasiones.
Declarado Bien de Interés Cultural en 2001, este edificio es una de las obras más emblemáticas de la arquitectura contemporánea española. Situado en la Ciudad Universitaria de Madrid, fue encargado en 1965 a los arquitectos Fernando Higueras y Antonio Miró, quienes crearon una construcción de hormigón armado, que destaca por su planta circular y una cornisa recortada por grandes picos.
Higueras y Miró, autores conjuntos de otras singulares obras como la casa Santoja (Somosaguas, 1964) o el edificio de viviendas para el Patronato de Casas Militares en la calle Alberto Aguilera (1967-1975), idearon un edificio de 40 metros de radio, compuesto por sótano y cuatro plantas, dividido en 30 gajos que se duplicaban al llegar a la crujía exterior.
Debido a las condiciones del terreno, los arquitectos decidieron hacer la planta baja más estrecha, lo que permitió finalizar la primera planta en voladizo y darle al edificio un aspecto más liviano. Asimismo, inclinaron la fachada de la cuarta planta hacia dentro para sustentar las 55 ‘espinas’ y quitaron cuatro gajos de los 60 para abrir la entrada.
En 1970, cuando quedaban cuatro meses para su finalización y se habían invertido 92 millones de pesetas, las obras fueron interrumpidas. Su director general Florentino Pérez Embid planteó dedicar el edificio a Centro Nacional de las Artes y la Cultura, obligando a Higueras y Miró a realizar cambios en los planos.
Así, la estructura de 24.000 metros cuadrados, comenzó su época de abandono. Un periodo de 16 años en el que cambió la empresa constructora, la dirección de obras y se barajaron usos tan diferentes como Biblioteca Central de la Complutense, Casa de Cultura, sede de la OTAN o edificio anexo al palacio de la Moncloa, entre otros.
Finalmente, en 1984 se recuperó el proyecto como centro de restauración y se reanudaron las obras. El 25 de octubre de 1990, el Instituto del Patrimonio Cultural de España fue inaugurado, aunque su apertura no supuso la finalización de los trabajos. Posteriormente, se concluyó la sala de biblioteca y se construyó el salón de actos.
Hoy, 48 años después de su creación, el proyecto sigue suscitando el interés de multitud de arquitectos nacionales e internacionales.
El Instituto del Patrimonio Cultural de España cuenta con servicios tan diversos como Arquitectura, Arqueología, Conservación, Análisis de Materiales, Biodeterioro, Conservación preventiva o Restauración de Obras de Arte, Patrimonio Arqueológico y Etnográfico, Patrimonio Bibliográfico, Documental y Obra Gráfica. Diferentes áreas interdisciplinares en las que trabajan aproximadamente 150 profesionales.
Todo ello le permite participar en proyectos diversos como la restauración de las catedrales de Segovia, Tarragona o Sevilla; la conservación preventiva elementos arquitectónicos, como el claustro de Santa María del Paular o las fachadas de la Biblioteca Nacional; la recuperación de algunos ejemplos de arquitectura industrial o defensiva, como el castillo de Buitrago de Lozoya o las murallas de Toledo; o de valiosas obras, como la reja de la capilla del Doncel de Sigüenza o las pinturas murales de San Antonio de la Florida.